Cuando las cuadrillas de música tradicional están interpretando las últimas coplas de la mañana, la gente y los vecinos de Patiño se agolpan entorno a las mesas preparadas. El cohete avisa a todos los presentes que el reparto de las pelotas, acompañado de un generoso chato de vino, comienza. En ese momento Patiño huele a fiesta, a rito, a Pascua, ya que «hasta San Antón, Pascuas son», es un momento de alegría y jolgorio, de sentir en tu cuerpo el calor que las mujeres y los hombres de esta bendita tierra han preparado durante días.
Texto: Tomás García Martínez
Fotografías: Ana Bernal, Tomás García